Red de Vida

Inigualable

Amy Speake – Domingo 15 de mayo 2022

Hoy en día es muy común que uno quiere superarse en la vida. Por eso, uno busca “influencers” (influenciadores) y “coaches” (entrenadores) para que le diga como ser mejores que otros, como podemos mejorar nuestra imagen para que nos veamos perfectos, por ejemplo, en Zoom, hay una aplicación para mejorar la imagen de pantalla. No es malo superarse ni mejorarse. Lo malo es cuando queremos igualarnos a otros, especialmente a Dios.

Primero, nadie se compara a Dios. Isaías 46:5 dice: “¿A quién me asemejáis, me igualáis y me comparáis, para que seamos semejantes?” Dios es inigualable en toda área. Él es Rey de Reyes y Señor de Señores y nadie puede igualar su poder. Desde el jardín del Edén, Satanás ha tratado de convencer al hombre que puede igualarse a Dios. Recordamos su mentira en el jardín de Edén (Genesis 3:5): “sino que sabe Dios que el día que comáis de el (árbol), serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Nunca podemos igualarnos a Dios sino, el enemigo nos miente y nos hace creer que podamos mandarnos en nuestras vidas como si fuéramos Dios. Tenemos que permitir que Dios manda en nuestras vidas. Para mandar, Dios no comparte el poder-o Él manda o Él te deja mandar, pero sufrirás las consecuencias de tomar decisiones sin dejar que sea Dios quien haga Su voluntad.

Segundo, nuestra competencia viene de Dios. 2 Corintios3:5 dice “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia viene de Dios.” Cuando pensamos que nosotros somos pensamos que somos competentes por nosotros mismos, empezamos a compararnos con otros y competir con ellos. Esas competiciones nos llevan a pecar de muchas maneras, algunos de las cuales están en Proverbios 6:16-19 (Tener ojos altivos, labios mentirosos, manos que derraman sangre inocente, un corazón que maquina pensamientos inocuos, pies presurosos para correr al mal, ser un testigo falso y el que siembra discordia entre hermanos). Igualarnos a otros nos hace según el diccionario “comportarnos como si estuviéramos en otro nivel y tomando derechos, privilegios o atribuciones que no nos corresponde.” Es duro admitir que hemos hecho eso. Como cristianos tenemos que ser humildes y admitir que, sin Cristo, no somos ni tenemos nada. Jesús nunca se comparó’ a nadie y tampoco nosotros porque cada uno de nosotros somos únicos y hechos por un propósito especifico en El.

Tercero, Dios busca un corazón perfecto. 2 crónicas 16:9 dice “porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él.” La vida es como un rompecabezas. Lo estrenamos cuando nacimos, pero solo Dios puede poner cada pieza en su lugar. Si tratamos de armar el rompecabezas puede ser que doblásemos o perdemos piezas. Hay una pieza que solo Dios puede dar. Aceptar a Jesús como su Salvador. Si Jesús en tu vida, estará completo y la gente siempre vera’ que algo te falta. ¡Solo Jesús nos puede cambiar para que tengamos un corazón perfecto! Reflexión: ¿Cómo está tu corazón hoy? ¿Hay piezas que te faltan? Jesús hoy esta’ para completarte y haciendo Su voluntad, tendrás la bendición de Él y veras Su gloria!

Inigualable

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